Agradecimientos


A mi abuela, Susana Moyano, y mi abuelo, Salvador ‘Tito’ Arancio.

A mis viejos.


Se suele decir que el trabajo del tesista es en gran parte solitario. Más allá de las horas de escritura frente al monitor, es cierto que muchas de las prácticas y la misma infraestructura del sistema científico-tecnológico nos empujan al individualismo.

Como mucha otra gente, por suerte cada vez más, pienso que esa construcción individual es un poco de ficción. Este trabajo de tesis es, de principio a fin, producto de mis variadas interacciones con un abanico amplio de personas, comunidades e instituciones, desde las más lejanas coordenadas tanto geográficas como del sentipensar.

Intentaré resumir mi gratitud a todas ellas en los párrafos que siguen:

Al Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT-UNSAM) y al CONICET por su apoyo institucional y material en este proceso. A mi directora, Dra. Valeria Arza, por su guía a lo largo del camino, las horas de paciente trabajo y conversación. A mi codirector, Dr. Mariano Fressoli, por las charlas inspiradoras y la certeza de que se pueden cambiar las cosas, porque tienen que cambiar. Gracias por la confianza.

A las entrevistadas que con entusiasmo brindaron su tiempo y experiencias para que este trabajo exista. En especial a Paz Bernaldo, Gustavo Pereyra Irujo, Dr. Thomas Mboa, Pierre Padilla, Dr. Richard Bowman y Dr. Julian Stirling. Gracias por la convicción de que existen otras formas de producir conocimiento y tecnología, y de que vale la pena construirlas.

Al Dr. Jérémy Bonvoisin, por su generosidad y sus estimulantes conversaciones sobre los desafíos de la apertura, tanto en TU Berlin como en la Universidad de Bath. Especialmente a Javier Serrano y Eric Van der Bij, de la iniciativa de hardware abierto del CERN, por el lujo de sentarse a conversar conmigo sobre su experiencia pionera en hardware abierto y su visión de futuro. A la Dra. Sasha Constanza-Chock del MIT, que en un encuentro fortuito en Chile sin saberlo inspiró gran parte de este trabajo, y al Dr. Francois Grey, de Geneva-Tsinghua Initiative, por la confianza y la apertura radical a discutir nuevas ideas. A la Dra. Louise Bezuidenhout, del Institute for Science, Innovation and Society de la Universidad de Oxford, por su generosidad y estimulantes conversaciones sobre hardware abierto en el sur global. A la Dra. Gabriela Bortz, del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes (IESCT-UNQ) que con sus propuestas de formación y discusiones estimulantes me permitieron clarificar el rumbo y formular mejor mis preguntas.

A los GOSHers alrededor del mundo, por las horas de inspiración, trabajo y diversión compartidas. A Greg Austic, Jenny Molloy, Ryan Fobel, Urs Gaudenz, Marc Dusseiller, Max Liboiron, Shannon Dosemagen y su generosidad. A Andre Chagas y Alex Kutschera, con quienes decidimos emprender juntos un proyecto educativo que creemos necesario. Especialmente a las compañeras de reGOSH: Marina de Freitas, Fernán Federici, Nano Castro, Laura Olalde, Pablo Cremades, Rafael Pezzi, son solo algunas.

A mis colegas de CENIT, Sol Sebastián, Guillermina Actis, Almendra Cremaschi, Martín del Castillo, Emanuel López, que me brindaron apoyo más que necesario tanto presencial como virtual. A Cecilia Herbert, con quién surgió una camaradería tan espontánea como inesperada que me permitió atravesar los meses de escritura. Al Dr. Diego Torres y a Emilio Velis, colegas-amigos que encontré en el camino y se volvieron indispensables por el apoyo emocional y la mirada siempre puesta en lo importante.

A las que trabajan para cambiar el mundo, con poquísimos recursos y en contextos donde lo urgente siempre tapa lo importante. A la militancia por el software y el conocimiento libres, en especial a Panda, Mini, Saico, Sol, Marcela, Kisu, Faso, RikyLinux, y tantas otras. A las redes de radios comunitarias, y en particular a FM La Tribu que me brindó la oportunidad bellísima de hacer radio y divulgación científica a la vez. A las compañeras del espacio de Ecología Política Chico Mendes y la iniciativa Pueblo a Pueblo. A todas, su trabajo, perserverancia, convicciones y formación política inspiraron fuertemente este trabajo. Y al feminismo, por enseñarme que cambiar nuestro mundo es posible si nos movemos juntas, y desde el deseo.

A Alexandra Elbakyan, heroína de nuestros tiempos.

A mi familia: mis tías y tíos, primas, sobrinos, que siempre estuvieron dispuestas a intentar entender con amor de qué trabaja una doctoranda (primera de muchas). A Anita y Johannes, por su generosidad infinita. Y a mi familia por elección: Giuliana, Mariana, Octavio, Mariano, Tumas, Sanma. Presencial o virtual, siempre están ahí.

A Achintya, que apareció inesperadamente para quedarse y construir días de alegría y compañerismo. Y a mi familia en India, que me recibió con amor y me volvió parte de su mundo del otro lado de mi mundo.

A mi hermana Milena, por estar siempre de mi lado.

A mis padres Gabriela y Horacio, por creer en mí incondicionalmente, por su generosidad y por inspirar desde tan temprano la curiosidad, el esfuerzo y la convicción de que necesitamos un mundo más justo. Por siempre estar cuando los necesito, a pesar de mis momentos difíciles.

A mi abuela Susana, por sus historias de la selva misionera y por esa mezcla de tozudez y ternura que extraño tanto.

Y finalmente a Layla y Otto, por las madrugadas de compañía y amor incondicional, y porque el futuro es antiespecista.